Ana & Manuel


No había salido el sol aún. La luna agonizaba punzada por la luz leve del horizonte. Yo la contemplaba sentada de piernas cruzadas en medio de la autopista, justo donde las líneas blancas se cortan. Dicen que me salvé de milagro, que mi ángel de la guarda trabaja tiempo extra, que el diablo no me ha llamado todavía a mi caldera. Los carros me pasaban por los costados, el viento que producían me tambaleaba, las cornetas me ensordecían, sentía los destellos momentáneos de luz lacerando mis pupilas. Cuando el alba se convertía en mañana clara me levanté, ya con dos carros de policía cerca y hablando por altavoz. Miraba impávida el asomo de luna que quedaba y no los escuchaba. Me levanté por mí misma y franqueé los carros que frenaban violentamente ante mí, flotando hasta la acera. Los policías me llevaron a mi casa, dijeron unas cuantas sandeces en el camino que no escuché, sorda a cualquier réplica,. Mi madre continuó la sarta de insultos seguidos de una encomienda a un rosario de santos y mártires. Me la eché al hombro, igual que a los policías, y los carros, y el amanecer. Por ti, Manuel. De nuevo en mi cama pensé en tus palabras y me acosté a existir, consciente de mi respiración, jugando con ella, imaginando cosas, pensando en ti a mi lado. Ellos nunca entenderán.

*

El calor intenso me hizo abrir los ojos. El agua hirviendo corría en la bañera y en el lavamanos. El baño estaba lleno de vapor de agua, el piso y las paredes resbaladizas, y yo desnuda, sudada y agitada. Me levanté con cuidado, sin poder evitar la sonrisa que se dibujaba en mi cara. Vi tu “Eres mía” escrito en el espejo y me estremecí. Me encanta que hagas eso, cuando dejas mensajes que leo cuando ya no estás, así te siento más cerca. Abrí el agua fría y metí mi cuerpo tembloroso en la ducha. El vapor se iba y tu mensaje lentamente se borró, pero no lo olvidaré. Sentí que el agua me revitalizaba mientras corría lentamente por mi cuerpo, fría y punzante, me relajaba. Vi las marcas que dejaste en mi cuerpo, las acaricié y las besé, limpié un poco de la sangre que quedó aunque no quería, pero mi mamá no puede verla, aún falta para que nos escapemos, todavía no puede sospechar nada. Ya limpia y vestida busqué algo de comer y me senté a leer ese libro que me compraste; me hace pensar en ti. Ahora sigo esperando a que vuelvas, hasta el día que te quedes conmigo.

*

Solté el cuchillo sin darme cuenta de qué hacía. Lo logré. Ese peluche infame que me dio Juan Carlos ahora es un montón de algodón y retazos de tela, ya no hay ni asomo de oso, ni rastro de su aroma, ni intento de su presencia; como tú me lo pediste. Tiré los restos del peluche a la basura. Disculpa que no lo quemara pero no supe cómo sin llamar la atención. De todas formas, ya no existe, no lo verás más en mi cama, en ella sólo cabes tú. Releí mi diario para asegurarme de que había hecho lo que me pediste en tu nota al pie de la letra, quedó todo perfecto: sin peluche, sin perfumes; ya no quedan brazaletes, ni zarcillos, ni cartas, ni siquiera fotos, todo se fue a la basura. Como me dijiste, soy tuya. Hago lo que me pidas.

*

El dolor de cabeza llegó de golpe al abrir los ojos. Me levanté con dificultad de la cama. Mi madre se escandalizó al verme salir a la cocina así, me preguntó que qué habían hecho conmigo, llorando. No le dije nada, lo que me pasó fue por mi culpa, y sólo mía. Me lo merecía todo. Amo cada rasguño, cada hematoma; porque los hicieron tus manos, esas manos que castigan igual de bien que acarician. Me lo merecía y lo asumo. Esos golpes que me debilitan a ti te hacen más fuerte, y es mejor así, tú serás fuerte por los dos, ¿verdad, Manuel? Este ardor en todo mi cuerpo te hace estar más cerca, me hacer ser más tuya, sólo tú me tocas. Sé que los golpes son por amor; me celas porque me amas, y me duele porque hice mal. Tienes toda la razón mi amor, debí haber quemado todo como me dijiste. Discúlpame. No volverá a pasar. No volveré a desobedecer. Sabes muy bien qué es mejor para los dos. Soy tuya, Manuel, para siempre.

*

Gracias por anoche. Gracias por aceptar mis disculpas. Me desperté sudada de nuevo, pero vestida. Salí del taxi y entré a mi casa. El taxista me miró de forma extraña, probablemente se escandalizó con lo que pasó dentro de su carro. Mala suerte, ¿verdad? El nunca entendería lo que es tener a alguien como nos tenemos nosotros. Mi mamá me miró de forma extraña cuando entré. Pobre, estaba despierta por mí a las cinco de la mañana. No me interesa. Tengo demasiada paz, gracias a ti. Me relajas, me das vida. Entré en mi cuarto y disfruté el silencio del alba, ese momento sin carros ni pájaros, sólo el sonido del aire, y el eco de tu presencia, ese rescoldo de tu aroma que queda conmigo durante el día, mientras no estás, hasta que en la noche apareces de nuevo y creas poco a poco ese mundo sólo nuestro en el que vivimos, separados, pero juntos.

*

Te necesito. Me siento sola. No aguanto a las personas a mi alrededor. Mi mamá llamó a mi padre, le dijo que está preocupada por mi, que no sabe qué hacer conmigo. Él me amenazó con llevarme a su casa y encerrarme ahí. No importa, sé que ahí estarás conmigo, pero no quiero salir de mi casa. Mi mejor amiga no me quiere hablar, dice que crucé la raya, que debería dejar de pensar en ti. Dice que estoy obsesionada, y sí lo estoy, pero no tiene nada de malo porque tú también estás obsesionado conmigo, así no le hacemos daño a nadie, no es problema de ellos lo que yo haga con mi vida, como tú dices, no es mía, es tuya. Así lo quiero y así será. Si mi papá insiste soy capaz de escaparme e irme contigo donde me lleves, incluso antes de tiempo, antes de la fecha que pusimos para nuestra partida. Mientras que estés conmigo no me importa.

*

Tengo miedo. Papá vio el golpe en la cabeza. Sé que es en parte mi culpa que me haya tenido que venir a vivir con él pero no creo que haya sido para tanto mi amor. De verdad me dolió muchísimo y, aunque sé que es por mi bien, por favor no lo vuelvas a hacer. Papá va a sospechar, si sospecha el problema se va a hacer mucho más grande. Necesito salir de aquí para que podamos escaparnos, en esta casa no hay forma de poder salir. Por lo menos te sigo teniendo conmigo en las noches. Aunque lo prefiero cuando no estás molesto, molesto me haces daño. Antes no me golpeabas tan fuerte... Te amo Manuel, y aguanto todo por amor, pero ayúdame a soportar.

*

Te extraño. ¿Dónde estás? Han pasado tantas cosas y no has estado conmigo para ayudarme. ¿Te molestaste por la última nota? Trata de entenderme mi amor. Necesito que vuelvas. Ahora estoy sola. Mi papá cree que estoy loca. Me llevó a un psiquiatra el día después que vio el golpe en la cabeza. Me estoy tomando unas pastillas que me dan sueño y me mantienen anulada todo el día. Dice que es para mi bien y en verdad creo que están funcionando. Me siento mucho más tranquila, pero tu no estás así que no importa. Te necesito a mi lado. Mi papá no me deja salir del cuarto, no me deja hablar con nadie, también dice que es por mi bien. Pero sólo tú sabes cuál es mi bien, ¿verdad? Nunca va a poder prohibirme hablar contigo.

*

Tu última nota fue extraña. Fue muy corta. ¿Por qué quieres que deje de tomar las pastillas? Me están haciendo mucho bien. Ya no me siento tan cansada, duermo tranquila, puedo concentrarme... Me siento bastante bien, hasta mi papá me trata mejor. Está considerando dejarme volver a casa de mamá. Ella dice que me extraña y yo también la extraño a ella. Y también te extraño a ti. Extraño tus notas en el espejo, nuestros encuentros a la distancia en la noche; extraño despertarme con tu olor en mi cuerpo y sentir que me vigilas en cada paso. Si de verdad quieres que deje las pastillas y eso te hace volver lo haré. Ya me siento mejor y estoy lista para que hagamos nuestro plan de escape tan pronto vuelva a casa de mi mamá. Te extraño. Vuelve a mi.

*

Manuel, ya no puedo seguir así. Lo que me pediste no lo pienso hacer, estas yendo muy lejos. Te amo y te necesito conmigo pero no puedo hacer eso. Si mi padre me prohíbe salir de su casa aún no me voy a rebelar contra él, no se puede, y mucho menos eso que me pides. No voy a tomar la pastilla de nuevo si no quieres pero necesito que recapacites y pienses en frío lo que me pides y me digas si te parece lógico. Yo espero hasta que me escribas, y quiero que tengas claro que no voy a hacer lo que me pides. Esta vez no.

*

Lo lograste... Pudiste más que yo... No te aguanté... Pero si yo no vivo tú tampoco... Y no mereces vivir. Adios Manuel.

*

Al comienzo del tratamiento la paciente respondió al medicamento. Posteriormente se infiere por escritos encontrados en su habitación que su personalidad alterna la obligó a dejar de tomar el medicamento, de la misma manera que la había obligado a golpearse a sí misma, a cometer actos lascivos sobre sí misma en público, e intentó convencerla de matar a su padre. Todo esto para debilitar a la personalidad principal que tenía menos probabilidades de sobrevivir. Ana y Manuel compartían un cuerpo, Manuel trató de imponerse para permanecer él como personalidad principal, fue reducido por el medicamento casi hasta su desaparición. Sus ataques en contra de Ana causaron su suicidio.

A la deriva



Toda mi vida me ha traído a este momento. La pequeña canoa, lo admito, es casualidad… pero siempre supe que mi destino yacía en un campo de batalla.

De nuevo, el viaje no estaba planeado. Herido de muerte vi el bote encallado, esperándome… volteé a ver a mis hombres, y mi hermano pareció comprender: me cargó y me dejó ahí, con una lágrima recorriéndole el rostro: sin siquiera haber visto mi combate, sabía igual que yo que estaba herido de muerte. Con dificultad, agarré ambos remos y salí sin destino alguno.

Al poco tiempo, lo que queda de la batalla es sólo un manchón en el horizonte, al oeste. Veo, con los últimos rayos del sol, los destellos de las espadas de los vencedores, quienes las blanden mientras dan instrucciones a los vencidos.

De repente, ya no hay dolor. Palpando bajo la cota de malla, siento la herida en la costilla… pero noto que ya no sangra. ¿He muerto y no me he dado cuenta?

Imposible: oigo los latidos de mi corazón, mi respiración calmada. No entiendo por qué no sangro.

Doy una ojeada al suelo y, anonadado, veo cómo mi rastro de sangre, que estaba casi seco, se desvanece frente a mis propios ojos.

Miro alrededor y veo cómo el viento corre por las velas de la embarcación… pero, ¿no me había subido a un bote pequeño y misterioso, casi una canoa? ¿No llevaba horas remando?

En efecto, en mis manos sostengo los remos… pero las velas siguen ahí. Estoy en un velero, un gran velero blanco, navegando lentamente en una noche clara, con un firmamento de luna llena y atiborrado de estrellas.

Suelto los remos en el mar: no hay ningún apuro en llegar a la muerte… y ella pareciera tener planes más específicos para mí.

Deliro, sé que deliro y no puedo evitarlo. Quizá he estado con infieles demasiado tiempo, quizá una maldición penda sobre mí o quizá la cercanía de la muerte me vuelve loco.

Pero no puedo estarme volviendo loco, no cuando todo realmente cambia a mi alrededor.

Nunca pensé que la muerte fuera tan confusa. La incertidumbre del cuando, la duda del cómo… y la tensión de todo lo que ha de cambiar en el mundo que dejas.

Paradójicamente, justo al final, tengo miedo por primera vez en mi vida. Temo por la lentitud, el dolor y la soledad de la muerte; temo por mis pecados no perdonados, por la falta de pureza de muchos de mis actos, por mis pasiones latentes, por la consumación de mis deseos.

Siempre intenté vivir en agradecimiento e idolatría al Señor, pero por Él, que he pecado. Igual que muchos hombres antes de mí y muchos que irán después, mi perdición vino por una doncella; la que me acompañó, en mi mente, en cada batalla, en cada noche victoriosa, en cada día de trayecto.

De un solo golpe, lo veo todo; mi primera justa, los gritos de mi padre, aquella casa absurda en medio del bosque, el ruido de los cascos de los caballos en la ciudad, la coronación del rey… y, como postre, su sonrisa culpable detrás de una olla de caramelo.

No sé por qué es ese el recuerdo que elige la cercanía a la muerte; apenas salíamos de la infancia en aquel momento. Ahora que lo pienso, puede que ni siquiera sea una memoria real. Pero por alguna razón, es ésa la que permanece de ella.

Y sólo ella, solo su rostro, sólo su sonrisa, es lo que me ata a este mundo; y, de hecho, ahora es ella todo cuanto recuerdo.

Suspiro, y recuerdo mi situación de golpe; me obliga a ello la herida del costado, que empieza a doler de nuevo. ¿Es éste el purgatorio? ¿Acaso expío mi pecado, mi pasado impío, por medio del dolor de mi cuerpo terrenal y, más aún, el de mi alma eterna?

Pido perdón a Dios, sea o no sea la purificación el punto de mi travesía. Estoy agradecido por finalmente cumplir mi destino, el que me fue trazado por las Parcas mucho tiempo atrás. Soy feliz sólo con saber que ha sido cumplido mi propósito, a pesar de las penas e, incluso, gracias a ellas; he seguido los pasos de mi padre y de su padre antes de él, y sólo he caído batallando contra los infames.

El bote – velero, embarcación, carabela – no puede haber sido coincidencia. Estaba ahí, esperándome; y ahora me cura, me revuelve la memoria, me vuelve loco, alarga mi muerte, acorta mi vida; en todos los sentidos, me deja a la deriva.

Me doy cuenta de que la confusión ha desaparecido, dando lugar a una paz infinita y a una nostalgia débil de aquello que nunca existió: la felicidad que no conocí, la pureza de espíritu a la que nunca logré… y estoy listo para morir.

De nuevo, el dolor cesa, y sólo permanece un calor insoportable que me obliga a deshacerme de la cota de malla, la cual echo por la borda: mis días de caballero ya han culminado.

La marca de la espada continúa estando abierta, pero de ella no mana sangre. Es incoherente, es sublime.

Se me ocurre que, para menguar el calor, puedo echarme agua de mar en el pecho, teniendo cuidado de que no caiga en la lesión, y así lo hago… pero mi puntería falla (¡años de tiro al arco en vano!) y es precisamente en la herida donde cae. Mientras el agua salada limpia mis marcas de guerra y entre el ardor intenso, miro mi pecho y, nuevamente, me asombro: no sólo se limpiaron mis heridas, sino que desaparecieron por completo.

Conmovido y ya sabiéndome en presencia de aquello por que luché toda mi vida, me arrodillo en el velero y rezo. Rezo por el milagro que acabo de presenciar, rezo por la pureza de mi expiación, rezo por la sensación de orgullo que me invade repentinamente.

Y veo, a lo lejos, una figura brillante que sube hacia mí desde las profundidades del mar; es una mujer, es un espíritu del mar, pero sé que no es una bruja, de la misma manera que siempre lo supe de Ella.


- No soy digno, he pecado. No merezco este honor, pero, aunque no lo entienda, os lo agradezco.

- Levántate, caballero. Ya muchas veces has probado tus dotes espirituales; no tienes nada que explicarle a Viviane. Tu único pecado ha sido expiado ante los ojos de Dios, y has sido premiado con la vida eterna terrenal.

Miro a Viviane, atónito, y veo cómo ella me abre el camino en la noche; veo la imagen de una isla, al mismo tiempo vibrante y efímera, que se abre ante mí. Veo generaciones de caballeros, grandes hombres de armas, fieles eternos que blanden sus espadas ante Dios y el mundo.

- Los guerreros puros y devotos, que están dispuestos a morir por Dios, se les otorga la vida eterna en la isla de las historias, en felicidad perpetua.

Viviane me devuelve mi cota de malla, la que había tirado en el agua, y camina conmigo hasta la isla, donde el gran monarca, al que su antiguo pueblo sigue esperando, me mira con ojos de sabiduría y bondad.

El rostro de ella vuelve a aparecer en mi memoria, y sé que siempre estará ahí, como recordatorio de todo aquello que existió antes, porque fue ella lo único que realmente estuvo aparte de esto. Pero sé que he llegado a mi hogar: finalmente, he arribado a Avalon.

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Es una especie de introducción a algo en lo que estoy trabajando, que probablemente deje a la mitad, pero que por ahora va más o menos bien. De resto es muy largo, pero me pareció que el pedacito pegaba con el ánimo general del blog - aparte de la cosita que me da (y a Delia, seguro) dejar el blog tan, tan olvidado...

起死回生

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Wake from death and return to life

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